Medusas

Medusas

por Fernando Zamora.

 

Si bien el protagonista de la sección de Naturaleza del número anterior seguramente fuese un completo desconocido para la mayoría de los lectores, en esta ocasión ocurre todo lo contrario. Se trata de un animal cuya mención nos recuerda al verano como el que acabamos de comenzar, pero no incluye connotaciones agradables. Hablamos de las medusas, esos seres acuáticos gelatinosos que pueden arruinarte un día de playa e incluso mandarte al hospital, provocar el cierre de playas y que los ayuntamientos de las poblaciones costeras inviertan fortunas para su control.

 

Las medusas, junto con anémonas y corales, pertenecen al grupo de los Cnidarios (la “C” no se pronuncia). Este grupo tiene en común que todos los animales que lo componen presentan en su piel unas células especiales llamadas cnidocitos que son las responsables de las temidas picaduras. Ya el nombre de este grupo lo describe bien pues procede de la palabra griega que significa ortiga. Estas células urticantes tienen en su interior algo parecido a un arpón microscópico retráctil y una sustancia que puede ser más o menos venenosa. Dicho arpón es disparado cuando la célula detecta un contacto, atravesando la piel e inoculando la toxina. Estas células tienen una función tanto defensiva como ofensiva y son más abundantes en los tentáculos y alrededor de la boca de las medusas.

 

En nuestras aguas se pueden encontrar algunos tipos de medusas como la medusa luna, inofensiva, casi transparente y muy habitual en los acuarios públicos donde la iluminan de diferentes colores. También tenemos la medusa huevo frito común en el Mar Menor llamada así por la forma de su umbrela y que tampoco es especialmente urticante. Las medusas aguamar y luminiscentes ocuparían un puesto medio en el ranking de peligrosidad, cuyo trono ostenta la temida carabela portuguesa. Esta medusa es en realidad una comunidad flotante de diferentes tipos de individuos especializados que se ocupaban de la flotación, digestión y caza, pues se trata de un depredador cuya picadura puede llegar a costar la vida al ser humano.

 

Ninguno de estos animales tienen maldad y son malos nadadores que dependen de las corrientes, olas y mareas para desplazarse. Por no tener no tienen ni ojos. Son bastante delicados pues su cuerpo carece de estructuras duras, básicamente son casi todo agua. Lo que no quita que las picaduras son molestas e incluso peligrosas, y se hace imprescindible seguir las indicaciones de las autoridades cuando hay avisos por la presencia de estos odiados animalitos.