Caracoles en mi acuario

Caracoles en mi acuario

por Fernando Zamora

Los caracoles son animales muy conocidos sobre todo por su fama de lentos y por su gran producción de baba, a la que incluso se le dan aplicaciones en cosmética. Se habla mucho de cómo estos gasterópodos llevan su casa a cuestas, una concha dentro de la cual se refugian ante el peligro. Los caracoles suelen tener un cuerpo viscoso del que sobresalen un par de ojos que en muchas especies se sitúan al final de un pedúnculo, un par de tentáculos táctiles y una boca provista de una rádula, que para entendernos es como una pequeña lima que le permite raspar las superficies para conseguir alimento.


Esto es más o menos lo que conocemos todo el mundo de los caracoles. Además de verlos en el campo, recoger alguno cuando éramos pequeños y (a quien le gusten) degustarlos como tapa, los podemos encontrar muy presentes en la acuariofilia. Odiados o amados, los caracoles acuáticos son considerados plagas o son mimados con esmero, encontrando unas cuantas especies habituales dentro de los acuarios.


Entre los que generan plagas que afectan a la estética de los acuarios y desesperan a sus dueños, tenemos a los Physa. Estos caracolillos, aunque nos pueden ayudar a combatir las algas, también pueden reproducirse de forma explosiva si encuentran alimento abundante y suelen entrar en el acuario como huevos pegados a las plantas, a las que no tocan. Muchos acuaristas acaban cansados de ver los cristales de su acuario plagados de estos caracolillos marrones y tratan de mantenerlos a raya con depredadores y productos anti caracoles.


Otro caracol tristemente famoso pero que en su día fue un incomparable amigo de los acuaristas es el caracol manzana. Este precioso gasterópodo de concha amarilla cría con tanta facilidad que ha sido catalogado como especie exótica invasora y se lucha por erradicarlo de nuestros ríos, especialmente en la cuenca del Ebro, donde ya ha alcanzado los cursos bajos.
Sin embargo, hay un montón de especies disponibles en el comercio para los amantes de los caracoles. Triunfan mucho los caracoles del género Neritina como el cebra, cebolla o el precioso caracol Picasso. Complementando la oferta con tamaño medio, tenemos los caracoles conejo, pagoda, piano tailandés, casco militar, puercoespín o el elegante caracol mago blanco. Y si queremos algo más pequeño, los Planorbis o el diminuto caracol abeja van genial para nanoacuarios. Todos estos caracoles son detritívoros y muchos son estupendos comedores de algas, por lo que son un inmejorable equipo de limpieza para nuestro acuario. Para mantener a raya otros caracoles indeseados, podemos recurrir a los servicios del caracol come-caracoles, un eficaz y sigiloso asesino de gasterópodos. El caracol asesino o Anentome helena se desliza en busca de víctimas, a las que arponea y posteriormente succiona, dejando tras de sí tan sólo las conchas vacías de sus presas.


Como véis, hay un caracol para cada ocasión y gusto. Son fáciles de mantener, interesantes y en muchos casos su reproducción es posible para el aficionado. Además, nos ayudan con el mantenimiento del acuario, eliminando algas y desechos orgánicos. Eso sí, a paso de caracol.