La importancia de estar siempre bien: vigorexia
La vigorexia, dismorfia muscular o trastorno dismórfico corporal (TDC) se define como un trastorno mental en el que la persona se obsesiona de una manera enfermiza por su estado físico. Estas personas se ven de una manera irreal, sufriendo una distorsión de su esquema corporal. Aunque su entorno les diga que están bien, ellos se ven débiles y que necesitan más entrenamiento físico. Esta percepción nunca encuentra una satisfacción (como en otras patologías), por lo que la persona vive secuestrada por una mayor exigencia de resultados siempre inalcanzables. Se trata de una patología en la que la incidencia es mayor en los hombres, que suelen estar comprendidos entre los 18 y los 35 años.
Las personas con este diagnóstico suelen tener un estilo de pensamiento similar al del trastorno obsesivo compulsivo, haciendo que tengan pensamientos y actos recurrentes y obsesivos sobre su físico. Esto les avoca a centrar mucha atención y energía en aumentar su masa muscular a través de mucho ejercicio, dietas específicas o consumo de sustancias dudosamente legales y dañinas para el propio organismo. En algunos casos las consecuencias físicas son evidentes, creando un cuerpo deformado y excesivo, pero como hemos indicado, el paciente tiene una distorsión de cómo es su cuerpo por lo que no lo percibe, como lo hace el exterior. Esto hace que en muchos casos se generen conflictos entre el paciente y su entorno cercano, que ve con preocupación el cambio. Además estas personas tienden a enfocarse tanto en su objetivo que desatienden su vida social, familiar o emocional. Puede acompañarse de otras alteraciones como ansiedad, estado de ánimo bajo o depresión y trastornos compulsivos.
Hay distintos factores de riesgo que pueden convertir esta filosofía en una patología. Estos pueden ser:
Personas exigentes, estrictas y con gran necesidad o hábitos de control: Este suele darse con uno mismo o con los otros. Por eso sorprende la intensidad con la que se defienden estos hábitos no solo para uno mismo, sino también para los demás.
Conductas obsesivo-compulsivas que pueden presentarse o haberse presentado en otros ámbitos y que se pueden terminar focalizando en el ámbito de la alimentación.
Los criterios que se utilizan para diagnosticar este trastorno, según el manual de diagnostico DSM-V, son:
la apariencia física que no son observables o parecerían leves a otras personas.
- -En algún momento, el individuo ha realizado conductas repetitivas (como la comprobación de su imagen frente al espejo, la preparación excesiva o pellizcarse la piel) o actos mentales (como comparar su imagen con la de los demás) en respuesta a las preocupaciones por su apariencia.
- -La preocupación por la apariencia física le provoca malestar clínicamente significativo o deterioro en las áreas social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
- -La preocupación por la apariencia física no se explica mejor por un trastorno de la alimentación.
Puede ser que el individuo esté preocupado con la idea de que su cuerpo es demasiado pequeño o insuficientemente musculado. Hay que ver el grado de confianza en sus creencias respecto al trastorno dismórfico corporal.
Este tipo de patologías están muy reforzadas culturalmente ya que la sociedad actual prioriza mucho los valores estéticos y saludables, enlazando ambos de manera incorrecta en muchos casos. Estas personas tienen tendencia a tratar de ocultar o tapar su cuerpo, considerando que está deforme, tienden a compararse frecuentemente con otras personas, a veces incluso irreales como pueden ser estereotipos publicitarios (a los que tienden a sobrevalorar), pasan mucho tiempo mirándose al espejo y comprobando el estado de su cuerpo. Estos elementos no permiten ver que una persona puede estar sufriendo esta patología. Estas personas normalmente tienen poca conciencia de enfermedad. Esto dificulta la evaluación y la intervención en la enfermedad, y por tanto su resolución. Si detectas algún patrón en ti o alguien de tu entorno consulta con un profesional