Problemas de conducta… o trastorno negativista desafiante
Se trata de una serie repetida de conductas que se mantiene en el tiempo y en las que el objetivo es desafiar las órdenes de una figura o figuras de autoridad, comprobando una y otra vez los límites establecidos, ignorando órdenes, discutiendo, mostrando hostilidad hacia compañeros o adultos y molestándolos deliberadamente o agrediéndoles verbalmente.
Se manifiesta de forma invariable en el contexto familiar, pudiendo manifestarse o no, en otros contextos como la escuela. Se muestra con mayor evidencia con adultos o compañeros muy conocidos.
Es normal en cualquier niño, que manifieste conductas desafiantes o de oposición para la evolución normal en su proceso de aprendizaje. Estas situaciones se reconducen de manera normalizada a través de las pautas educativas de los padres o de otros agentes sociales como la escuela, la cultura, los amigos… Así se encauzan conductas frecuentes de manera natural en el contexto del niño.
La conducta a la que se refiere el trastorno puede presentarse en formas variadas, desde la pasividad extrema (no obedecer sistemáticamente mostrándose pasivo o inactivo) a sus formas más intensas, es decir, verbalizaciones negativas, insultos, hostilidad o resistencia física con agresividad hacia las figuras de autoridad, ya sean los propios padres, o educadores.
Este cuadro aparece aproximadamente entre el 2 y 16% en la población general. Es más frecuente en varones que en mujeres hasta la pubertad. A partir de ese momento los porcentajes por sexo se van igualando.
Esta conducta cuando es persistente puede ir asociada a diferentes tipos de patología infantil y adolescente. Se puede desarrollar en el futuro un trastorno de la personalidad antisocial si no se interviene en este trastorno. Es un elemento predictor significativo de otras psicopatologías del niño o el adolescente, de ahí la relevancia de su temprana intervención profesional.
La descripción de este patrón según los manuales diagnósticos requiere que se presente un comportamiento
negativista, hostil y desafiante que dura por lo menos 6 meses, estando presentes cuatro (o más) de los siguientes síntomas que se presentan a menudo:
• SE ENCOLERIZA O INCURRE EN PATALETAS. DISCUTE CON ADULTOS.
• DESAFÍA ACTIVAMENTE A LOS ADULTOS O REHUSA CUMPLIR SUS DEMANDAS.
• MOLESTA DELIBERADAMENTE A OTRAS PERSONAS.
• ACUSA A OTROS DE SUS ERRORES O MAL COMPORTAMIENTO.
• ES SUSCEPTIBLE O FÁCILMENTE MOLESTADO POR OTROS.
• ES COLÉRICO Y RESENTIDO.
• ES RENCOROSO O VENGATIVO.
El trastorno de esta conducta provoca deterioro clínicamente significativo en las actividad social, académica o laboral. Además los comportamientos en cuestión no aparecen exclusivamente en el transcurso de un trastorno psicótico o de un trastorno del estado de ánimo. Ni se cumplen los criterios de trastorno disocial, y, si el sujeto tiene 18 años o más, tampoco los de trastorno antisocial de la personalidad.
Los padres son los elementos que antes detectan la anormalidad de la manifestación de estas conductas.
En otros casos la alarma salta en el contexto educativo donde conocen muchos casos de evolución de los niños por su trabajo y por ello resulta relevante esta alerta.