Naturaleza: señales de peligro
Por Fernando Zamora
Vas caminando por la calle y frente a ti se cruzan unas cintas rojas y blancas que te advierten del peligro de una zona en obras, que evitas para no romperte la crisma. Al entrar en un edificio, un cartel amarillo con letras negras te advierte de que el suelo está resbaladizo porque acaban de fregar, por lo que vas de puntillas para no caer (ni recibir una colleja de la señora de la limpieza). Los colores de estas señales de advertencia no son casuales ni fruto del marketing, están grabados a fuego de forma inconsciente en algún tipo de memoria primitiva procedentes de los colores con los que algunos animales nos advierten del peligro que representan.
Las combinaciones de los colores rojos, blancos, amarillos y negros, en un diseño a rayas o bandas alternas son la marca distintiva de algunos animales que suponen algún peligro para otros. A estos colores se les denomina colores aposemáticos.
Sin pensar mucho seguro que te vienen a la mente unos cuantos animales con este patrón de coloración tan llamativo. Las avispas y abejas lucen bandas amarillas y negras para indicar que tienen medios para defenderse de una agresión con sus aguijones urticantes. También en el amplio reino de los artrópodos las aparentemente inocentes mariquitas, con sus vestidos rojos y negros, avisan a sus depredadores del mal sabor que tienen para
que estos elijan presas más sabrosas. Más llamativas, las famosas ranas flecha lucen unos colores increíblemente brillantes, avisando a aquel incauto que las toque que su piel exuda toxinas muy potentes. Entre los reptiles, las serpientes coral anuncian con sus bandas de colores aposemáticos que son portadoras de veneno que puede matar o dañar seriamente al ser humano, si bien no son agresivas y emplean su mordedura como último medio de defensa.
Bajo el agua también encontramos algunos ejemplos de estos colores peligrosos. Los peces escorpión presentan diferentes dibujos en colores rojos y blancos, anunciando a los interesados que algunos de los radios de sus aletas son venenosos. Otro habitante habitual de los acuarios marinos por su espectacular coloración, el pez mandarín, emplea esta para avisar a otros peces más gran des que incluirlo en su dieta acarrea consecuencias
desagradables, pues son portadores de toxinas.
En esos mismos acuarios un visitante indeseado suele ser el gusano de fuego, llamado así por su color rojo, que es bastante urticante. Si no que pregunten al acuarista incauto que lo roce al mover una simple roca. En tierra, sólo me viene a la cabeza las bandas blancas y negras de las aguzadas púas del puercoespín, que agita y blande frente a potenciales depredadores para hacer ver lo mal que lo puede pasar al morderle.
Estas señales de peligro están tan extendidas en el mundo animal y funcionan tan eficazmente, que no es de extrañar que haya quien trate de sacar partido de su existencia. Algunos animales totalmente inocuos se hacen pasar por las especies antes nombradas, adoptando sus llamativos colores pero sin ser portadores de venenos, aguijones ni toxina alguna.
A este fenómeno se le conoce como mimetismo batesiano, y lo emplean animales como la falsa coral, una culebra que se hace pasar por venenosa. Algunas moscas se hacen pasar por avispas o algunas mariposas comestibles por otras venenosas.
Una vez sabemos que es esto de los colores aposemáticos, nos falta entender de que manera un depredador puede asociar estos colores con un peligro para él, de una manera tan eficaz que esta propiedad juegue evolutivamente a favor de la presa y esta sobreviva a pesar de los colores llamativos que porta. Se supone que el depredador en algún momento prueba a alimentarse de la especie peligrosa, sufre algún tipo de daño o el sabor es tan malo, que en su memoria queda relacionada la mala experiencia con los colores del animal comido.
Y claro, no quiere volver a repetir esa experiencia negativa, lo que pone a salvo a toda la especie con ese llamativo atuendo. Y, por extensión, a todas aquellas con cierta semejanza. Para que este mecanismo
sea eficaz, el depredador debe sobrevivir a la defensa. Si no es así, algún compañero depredador debe presenciar las consecuencias de dicha defensa para evitar sufrirla en carne propia en el futuro. Y, en el caso de animales donde tenga cabida el aprendizaje, los mayores enseñarían a los pequeños que algunas cosas están fuera de carta por su propia seguridad.