Los padres en la grada
Los padres y las madres son uno de los pilares más importantes sobre los que se sostienen las escuelas de fútbol. La actitud y la forma de comportarse en las gradas repercuten en el buen funcionamiento del grupo dentro de los equipos. Cuando los niños y niñas son pequeños, son éstos los que se involucran tanto como ellos en el fútbol. Los padres y madres se deben de encargar de llevar a sus hijos a los entrenamientos y partidos, de ser espectadores en las gradas con comportamientos ejemplares, y de animar y apoyar a sus hijos en los buenos y en los malos momentos.
Cada fin de semana, podemos encontrar en las gradas de cada instalación deportiva, da igual el deporte que sea, dos tipos de padres y madres según sus actitudes y comportamientos. Hay personas que van a ver a su hijo jugar con la intención de que se divierta y disfrute haciendo lo que más le gusta y animan al resto de jugadores, pero esto lamentablemente a veces no sucede.
Muchas veces encontramos en las gradas a padres que pagan su frustración con los entrenadores, los árbitros, los equipos rivales e incluso con su propio hijo. Los niños en estas edades, de pleno crecimiento tanto físico como psicológico, son auténticas esponjas que adoptan las actitudes que ven en los mayores y que a menudo no son para nada ejemplarizantes.
Algunos padres tienen la necesidad de expresar sus propios métodos para ganar desautorizando los del propio entrenador, gritan al rival, al árbitro, sin pensar en el prejuicio que están produciendo a su hijo y al resto de jugadores. ¿Conlleva a algo positivo estas actitudes? La respuesta está clara, NO. Con estos comportamientos aumenta la tensión del partido entre los dos equipos y la presión sobre el árbitro provocando muchas veces verdaderos momentos incómodos tanto dentro como fuera de los terrenos de juego.
Los padres que se comportan así no son capaces de darse cuenta que para sus hijos, ellos son sus referentes y con esas actitudes solo hacen perjudicar a los niños provocando que el jugador se paralice, se cohíba, y no pueda ser capaz de realizar la tarea encomendada por el entrenador y en muchas ocasiones acaba siendo sustituido por bajo rendimiento.
¿Cuál es el comportamiento ideal? Al apostar por una escuela de fútbol los padres ceden la formación de su hijo a unos entrenadores. Deben confiar en ellos, independientemente del resultado, y aceptar cada decisión del míster pues ellos siempre piensan en el grupo y en el colectivo y los padres en un jugador solo.
Por tanto, los padres y las madres solo se tienen que poner una meta por cumplir: animar a sus hijos a que se diviertan desde el respeto a todos los miembros que forman parte del deporte base.
(c) Angel Pérez.