Líquenes

Líquenes

Hace ya muchos años que dejé atrás la carrera, pero todavía anda por algún rincón del trastero el herbario que elaboré en la asignatura de botánica. Emulando a los naturalistas de hace cinco siglos, los alumnos recogíamos todo tipo de muestras vegetales: hojas, flores, plantas completas, líquenes y setas. Todo esto era luego cuidadosamente clasificado, etiquetado y conservado de diferentes formas (alguna seta flotando en formol sigue por ahí). Una de las muestras recogidas corresponde al liquen que crecía en la corteza de un árbol que todos los días veía camino de la estación de tren. Durante años la marca que dejó mi navaja al extraerlo me ha saludado en mi camino diario hacia la universidad y luego al trabajo, como un recordatorio de esos emocionantes primeros años de biólogo.

 

Para quien no los conozca, los líquenes son simplemente una mancha de color sobre  la superficie de un árbol o pared, una indicación de que dicha superficie lleva mucho tiempo expuesta a la intemperie. Pero, lupa en mano, uno puede descubrir estructuras en esa mancha amorfa. Los líquenes son la asociación entre dos seres vivos muy sencillos: las algas y los hongos. Cuando hablamos de algas nos referimos a las algas verdes o clorófitas unicelulares parientes de aquellas que viven también en simbiosis con los corales. Son varias las especies de algas simbiontes que llevan vida liquénica, pero muchas no lo hacen de forma obligada, es decir, también podrían vivir libremente. Las algas, al igual que las plantas, realizan la fotosíntesis tomando la luz del sol, el dióxido de carbono y el agua, para producir materia orgánica.

 

Por su parte los hongos, que todos conocemos como el moho o las setas, son organismos formados por infinidad de filamentos llamados hifas y que se reproducen por esporas. En el liquen, los hongos implicados son en su mayoría ascomicetos, siendo esta simbiosis la opción predominante para más del 40% de las especies del grupo. Los ascomicetos, entre los que se encuentran las valoradas trufas, se caracterizan por su forma de englobar las esporas en una estructura llamada asca.

 

Los líquenes tienen una forma peculiar de propagarse asexualmente que consiste en empaquetar un poco de hongo y un poco de alga en una estructura similar al liquen completo llamada ‘isidio’ que se descama del liquen para colonizar nuevos espacios. Además de estos paquetes de liquen, para que el hongo que lo compone también pueda diseminar sus esporas se generaran cuerpos fructíferos con forma de pequeñas copas llamados apotecios.

 

Como veis hay todo un diccionario de términos dedicados a estos singulares seres vivos que puedes ver en cada rincón de tu ciudad brillando con mayor intensidad tras la lluvia o en los días más húmedos. Ya sabes, coge la lupa y a descubrir un pequeño universo en la corteza de un árbol. Para que busques algunos fáciles: si es un amarillo será una Xanthoria, si es grisáceo podría ser una Physcia y hay unos grises con marrón que se llaman Psora. Como última curiosidad, hay líquenes que se emplean para medir la calidad del aire y otros que se están poniendo a prueba para vivir en el espacio (Rhizocarpon geographicum).

 

(C) Fernando Zamora