Hundimiento del Titanic

Hundimiento del Titanic

2208 personas habían partido en un viaje de ensueño desde Southampton. Sólo 703 regresaron con vida. Quizás la ostentación de lujo y poder, la ambición o la ansiedad humana por el dominio del mar, los condujo hacia ese destino fatal.
El Titanic un buque de la compañía White Star Line, formaba parte de un proyecto de tres transatlánticos que iban a destacar por su tamaño, comodidad y velocidad. La trágica historia de este barco desde que zarpara del puerto de Southampton el 10 de abril de aquel año, hasta que naufragara cuatro días después, estuvo plagada de errores humanos, que unidos, han creado el dicho popular del «efecto Titanic» en el que basta que falle una parte de un todo, para que comiencen a suceder hechos que acaben en catástrofe.
Durante dos horas antes, el Titanic estuvo recibiendo avisos advirtiendo de la presencia de los bloques de hielo, pero nadie les hizo caso. Alterar el rumbo suponía un rodeo y una considerable pérdida de tiempo, cuando lo que se pretendía era cumplir el horario y batir un récord en aquel primer viaje.
A las 23,40 h. del 14 de abril de 1912, desde el puente se oyó la voz del vigía: “Icebergs a la vista». Las alarmas se activaron y el Primer Oficial tuvo que tomar una decisión rápida. Ordenó virar y dar marcha atrás al barco. Consiguió no chocar de frente, pero el impacto de éste fue lateral, y destrozó toda la borda del Titanic. Sin embargo, la parte oculta del iceberg destrozó literalmente la quilla del barco haciéndola pedazos y abriendo enormes troneras por las que comenzó a entrar agua.
Los 20 minutos que tardaron en comenzar a inspeccionar los daños, condenaron al barco porque apenas quedaría una hora para evacuar a todo el pasaje.
Desgraciadamente, el barco tampoco llevaba botes suficientes como para salvarlos a todos.
A las 00,15 h. el Titanic emitió sus primeras señales de auxilio y se comenzó a lanzar bengalas de posición. Por desgracia, todavía muchos pasajeros confiaban en la fortaleza del barco y se negaron a subir a los botes salvavidas. Aquellos primeros botes que echaron al mar salieron prácticamente vacíos perdiendo la oportunidad de salvar la vida de decenas de personas más. Apenas 45 minutos después, a las 01,00 h. la proa yacía bajo el agua ya. El descontrol se hacía patente, y a los botes intentaban subir todos los que podían, olvidando las instrucciones de la tripulación que pedía que fueran niños y mujeres los primeros en subir.
A las 2,15 h. el barco quedó totalmente a oscuras. Un crujido estrepitoso restalló en la noche, y el barco se partió en dos. Aquel gigante caído se levantó sobre las aguas, la popa se inclinó 45º sobre el mar, verticalmente, y finalmente, se hundió bajo las aguas rápidamente. Las aguas heladas estaban llenas de pasajeros que pedían ayuda, botes que los recogieran, pero desde muchos de ellos, incluso a medio llenar, se les negó la ayuda, alejándose de la catástrofe.


El Carpathia fue el primer barco en llegar en su ayuda, pero habían pasado 4 horas desde que recibiera las señales de auxilio.
493 pasajeros y 210 miembros de la tripulación salvaron su vida gracias a él.