Hablar con los animales
Por Fernando Zamora
Cuenta la historia que el Rey Salomón, el más poderoso y sabio monarca, recibió un anillo con ciertas propiedades mágicas entre las que se incluía el poder hablar con los animales. También el famoso doctor Dolittle, protagonista de las historias de Hugh Lofting, tenía la capacidad de comunicarse con los animales y abandonó su consulta médica de humanos para dedicarse a entender la naturaleza en compañía de un simpático grupo de animales. El poder comunicarse con los animales es uno de esos superpoderes que todos los niños hemos deseado tener, pero lo más cerca que estamos de alcanzarlo es entender el “lenguaje” que usan para saber un poco más sobre ellos.
VOCALIZACIONES
A los niños se les enseña de pequeños que la vaca hace “muuuuu” y el perro “guau-guau”. Sobre todo, entre los mamíferos y aves, emitir sonidos aprovechando la potencia de los pulmones está a la orden del día. Es lo más parecido a lo que hacemos los humanos, por lo que es muy fácil entender como funciona, aunque mucho más complicado desentrañar su significado. Los dueños de perros pueden llegar a reconocer el tono de los ladridos de su animal, si son de alegría, alerta o enfado. Los aullidos, berreas, cantos y otras potentes vocalizaciones, ayudan a los animales dispersos a comunicarse a grandes distancias. Los gruñidos, gañidos y chillidos quedan para las distancias cortas como advertencias, para potenciar la cohesión del grupo y para el cortejo. Cada especie tiene sus propias peculiaridades que puede acompañar de un complejo lenguaje corporal.
LENGUAJE CORPORAL
Al igual que en nuestro caso, a veces no hace falta hacer ningún ruido para comunicarse. La expresión corporal es un lenguaje muy efectivo a corta distancia. La serpiente que se enrosca, el perro que retrae los belfos y las orejas o el ave que eriza el plumaje, están advirtiendo que están en una situación próxima a la agresión. La iguana que se hace notar agitando su papada, el ave que extiende su plumaje o el pez que vibra cerca de su refugio están invitando al cortejo sin usar ni una palabra bonita. Seguro que has oído como las abejas comunican la cercanía del alimento a sus compañeras mediante bailes.
CAMBIAR DE COLOR
Nosotros podemos vestirnos según el humor con el que nos levantemos o enrojecer de vergüenza o rabia, pero hay animales que llevan estos mensajes visuales un paso más lejos. Muchos reptiles y gran número de peces pueden cambiar su coloración de manera instantánea dependiendo de su estado de ánimo, mostrando franjas oscuras que denotan estrés o enfado. Hay peces que sacan a relucir brillantes colores en un momento para buscar pareja, reunir a la prole o dominar sobre otros congéneres. Y un poquito más complicado, tenemos las señales luminosas de las luciérnagas, cuya cadencia e intensidad tienen una relación directa con el mensaje que tratan de transmitir.
OTROS RUIDOS
No todo va a ser vocalizar, cuando aplaudimos, pataleamos o chasqueamos la lengua usamos otros medios de comunicación sonora. Los conejos cuando se enfadan golpean el suelo con sus patas, su equivalente al puñetazo en la mesa. Los grillos macho “hablan” frotando sus alas con diferente tono dependiendo del mensaje que estén transmitiendo. Hay peces capaces de emitir chasquidos y chirridos y aves que emiten sonidos agitando su plumaje.
MENSAJES QUÍMICOS
Los humanos, como otros mamíferos, tenemos nuestras feromonas, que liberamos al ambiente para hacernos atractivos. Estas también parecen ser las responsables de que el ciclo menstrual de mujeres que conviven tienda a sincronizarse o de que los bebes se encuentren más seguros en brazos de sus madres. En el mundo animal es mucho más complejo, se usan para marcar territorios, hacer saber que uno está disponible para reproducir y, en el ámbito de los insectos, las señales químicas forman prácticamente un lenguaje en si mismo gracias a sus antenas.
Como veis, el anillo del Rey Salomón debía ser realmente poderoso para poder comunicarse de todas estas maneras con los animales, nosotros nos tendremos que conformar con intentar entender lo que hay significan los aullidos, chirridos, pataleos y hormonas que los animales usan para hablar.