El precio de ser el más guapo

El precio de ser el más guapo

by Fernando Zamora.

 

Seguro que ya habéis escuchado mil veces eso de la selección natural y la ‘supervivencia del más apto’, para explicar la forma en que ciertos caracteres y comportamientos se acaban fijando a lo largo de la evolución de cada especie. Si algo te prepara mejor para sobrevivir y llegar a reproducirte, los genes que lo provocaron perdurarán en las siguientes generaciones. Este es un proceso que puede llevar muchísimos años y se produce de forma paulatina. Las jirafas no pasaron a tener su largo cuello de la noche a la mañana ni tampoco se desarrollaron cuellos de tamaños tan grandes que supusieran un inconveniente más que una ventaja: la evolución tiende a optimizar los diseños.

 

Sin embargo, interfiriendo con este proceso de desarrollo del diseño más óptimo para sobrevivir, encontramos otro al que llamamos selección sexual. Este es un proceso que hace que se fijen aquellos genes que hacen que el individuo tenga mayores posibilidades de reproducirse, al margen de si esos caracteres resultan una ventaja o un inconveniente para sobrevivir en el medio. El ejemplo más conocido de este tipo de selección es el del macho del pavo real. Este señor se pasa la vida acarreando una larga cola de brillantes colores que despliega para deslumbrar a su potencial pareja, haciendo gala de su atractivo físico. Esa enorme cola le hace más vulnerable a los depredadores haciéndolo mucho más llamativo, dificultando su huída y ofreciendo más puntos donde el depredador puede agarrarle. Sin embargo, la posibilidad de que la hembra le seleccione para reproducirse por ‘ser el más guapo’ parece compensar estas dificultades. Esto que ha hecho que con el paso de las generaciones esta despampanante cola se haya ido perfeccionando para atraer a las hembras, que conservan su apariencia discreta.

 

Como os podéis imaginar, estos caracteres suelen aparecer más en machos que en hembras y son más habituales en aquellas especies donde es esta última la que lleva la voz cantante a la hora de formar pareja. Este proceso también explica la aparición de comportamientos como los cantos de muchas aves, que además de atraer a la posible pareja también supone un excelente aviso de buffet libre para los depredadores.

 

Otro factor que influye en la selección sexual es que en muchas ocasiones las hembras parecen elegir aquellos caracteres más exóticos, como garantía de ofrecer una mayor variabilidad genética y, con ella, la posibilidad de que aparezcan nuevas mutaciones que ofrezcan nuevas ventajas adaptativas. No es que la hembra lo piense así, es que sus gustos ya vienen definidos de nacimiento para orientarla en este sentido. Para explicar esto, hay un caso muy ilustrativo de unos peces de barriga plateada que viven en un lago. Al tener la barriga así, los depredadores debajo de ellos no pueden distinguirlos con facilidad en contraste con el cielo. Sin embargo, de vez en cuando aparece algún macho con la barriga de color rojiza, lo que le hace más vulnerable. A pesar de ello, las hembras prefieren a estos machos rojizos para desovar por lo exótico de su color.

 

En definitiva, en la naturaleza no hay ocasiones para conocer a fondo a tu pareja, así que tienes que guiarte por las apariencias, como elegir un libro confiando en que la portada y la sinopsis (que viene a equivaler a los caracteres visibles) sean reflejo de lo que nos aguarda en las páginas interiores (que viene a equivaler a la genética del individuo).