El Holocausto Nazi
El exterminio sistemático que el régimen de Hitler llevó a cabo desde 1939 a través del Holocausto causó la muerte de 15 millones de personas, entre ellas 6 millones de judíos.
Cuando Adolf Hitler ganó las elecciones en 1933, lo hizo explotando el sentimentalismo más descarnado al que se puede apelar en el ser humano. Las condiciones impuestas a Alemania con el Tratado de Versalles generaron una crisis en el país que solo se vio solventada gracias a la ayuda de Estados Unidos. Cuando el gigante americano cayó con el crack del 29, Alemania se vio sola, rechazando el modelo democrático de Europa occidental y temiendo la inmensa sombra que se extendía desde la Unión Soviética. El pueblo se lanzó a los brazos del partido nazi y su bigotudo mesías que prometía recuperar pasadas glorias mientras asentaba un sistema totalitario basado en un racismo y el odio contra, entre muchos otros, los judíos. Ese odio se vería plasmado a través del horror que supuso el Holocausto nazi.
Nunca se pretendió disimular el rechazo hacia los judíos, negros, homosexuales o gente de izquierdas. Nunca se intentó ocultar el profundo desprecio que la cúpula del partido nazi sentía por todos aquellos que desentonasen o estorbaran en su idea del mundo perfecto. Las primeras represalias llegaron pronto y fueron aumentando paulatinamente, pero sin poder ser frenadas. Lo que comenzó como una pérdida de derechos o la obligación de identificarse mediante parches pasó a reclusiones en guetos, asesinatos y desapariciones o expulsiones del territorio. El cénit del ideal nazi llegó con la llamada ‘Solución Final’, una auténtica sistematización del genocidio que rozaba lo industrial.
Poco más de medio siglo nos separa de todos esos horrores que salieron a la luz cuando ya era demasiado tarde; 15 millones de muertos que asfaltan el camino a seguir. El Holocausto llevado a cabo por los nazis se ha convertido en uno de los objetos de estudio y controversia más comunes para los historiadores y la sociedad en general. El cómo se permitió llegar hasta esos extremos o los niveles de crueldad que el ser humano es capaz de alcanzar suscitan tanto temor porque vuelva a suceder como rechazo y negación de los hechos.
Años después de su liberación, las chimeneas y hornos de Auschwitz fueron reconvertidos en un monumento recordatorio de las atrocidades allí cometidas como una metáfora perfecta de que no hay mejor forma de no repetir el pasado que recordándolo.