¿Qué sabemos sobre el Trastorno del Espectro Autista (TEA)?

¿Qué sabemos sobre el Trastorno del Espectro Autista (TEA)?

Llamamos TEA a un conjunto de patrones conductuales basados en el déficit de la Teoría de la Mente – la incapacidad de ponernos en el lugar de los demás, llegando a pensar que todo lo que nosotros sabemos también lo saben los demás –, un déficit en las interacciones sociales y dificultad para integrar la información de manera conjunta, además de otras características específicas como las estereotipias y ecolalias las cuales consisten en hacer movimientos repetitivos con el cuerpo y repetir palabras o frases.  Actualmente el diagnóstico se basa en la observación de estas conductas o patrones de comportamiento, sin tener ninguna prueba biológica que nos clarifique el diagnóstico.

 

Parece que en este trastorno la información no es procesada ni integrada de forma eficaz,  pero, ¿qué ocurre con la información en los cerebros de estas personas?

 

En las investigaciones más recientes se ha encontrado que los pacientes con TEA presentan alteraciones en la conectividad neural. Hay teorías que abogan por la existencia de un déficit de conectividad, pero otros estudios encuentran que la explicación podría ser un exceso de conexiones. Cuando dos áreas del cerebro se activan de forma simultánea y sincronizan sus datos ocurre lo que llamamos conectividad, que puede ser estructural a través de las sinapsis – uniones – entre neuronas y los tractos de sustancia blanca, una especie de cables que conectan diferentes zonas del cerebro y que se encargan de la transmisión de información.

 

¿Y como medimos la conectividad?

 

A través técnicas como la imagen con tensión de difusor (DTI) en resonancia magnética estructural (RM) se obtiene  información sobre la integridad estructural de los tractos de sustancia blanca del cerebro, a través de los cuales viaja la información. Con esta técnica también se puede conocer cuales son los caminos de estos cables, lo que nos permite conocer la interconexión entre las diferentes áreas. Para investigar la conectividad funcional – la sincronización temporal de dos áreas cerebrales durante una tarea – se utiliza la resonancia magnética funcional (RMf) para analizar cómo se activan diferentes áreas del cerebro.

 

¿Entonces las personas con TEA tienen cerebros muy conectados o muy poco conectados?

 

Gran variedad de estudios han proporcionado evidencias de que existe una subconectividad – menos conectividad de la que debería haber – en la estructura del cerebro de las personas con este trastorno. Una investigación que Redcay y Courchesne realizaron teniendo en cuenta una gran cantidad de datos sobre el cerebro de pacientes con TEA se logró obtener información muy valiosa. El cerebro de estas personas, ya sea normal o reducido al nacer, aumenta su crecimiento y luego cesa de manera abrupta entre los 2 y 4 años de edad. Este crecimiento era más pronunciado en el lóbulo frontal – el cual corresponde a la zona de la frente –, donde sus células que deben permanecer en un  proceso de maduración durante años maduran prematuramente y afectan a las conexiones que crean con otras neuronas. Respecto a la conectividad funcional, utilizando la técnica de RMf se ha identificado patrones de subconectividad en redes de neuronas de distintas regiones, aunque parece que las áreas más afectadas son las frontales y parietales – los lados del cerebro – donde se produce el procesamiento de la memoria de trabajo y el lenguaje, lo cual está relacionada con la Teoría de la Mente. Estas áreas están implicadas en el procesamiento y la integración  de múltiples procesos cognitivos lo cual tendría relación con los patrones conductuales que presentan las personas con TEA. En relación a la sobreconectividad funcional, son muy pocos los resultados que se han hallado.

 

Podemos concluir que se han encontrado evidencias de la subconectividad funcional en conexiones entre neuronas, concretamente entre las regiones cerebrales frontales y posteriores, además de un patrón atípico del desarrollo de la sustancia blanca – los cables por donde circula la información y se reparte por todo el cerebro –.

 

Estos hallazgos son de gran relevancia para desarrollar terapias y métodos de intervención actualizados con el objetivo de aumentar la comunicación entre las diferentes áreas cerebrales, y desarrollar nuevos métodos de diagnóstico e intervención temprana.

 

Es imprescindible que se realice un diagnóstico temprano, ya que durante los primeros años de vida el cerebro es más modificable y esto influye en un mejor pronóstico y mayor calidad de vida.

 

 

 

Alicia Gutiérrez Fernández

Psicóloga y alumna de prácticas de la Universidad Camilo José Cela en Centro ADA