El sapo más peligroso

El sapo más peligroso

Hace unos días ha aparecido en los medios el descubrimiento del sapo de un tamaño descomunal en Australia, llegándose a afirmar que el ejemplar, que ha saltado a los medios con el sobrenombre de ‘Toadzilla’, ostentaría el record del sapo más grande del mundo. Este sapo de 2,7 kilogramos ha desbancando a su antecesor del libro Guiness,  un sapo llamado ‘Prinsen’ que vivía como mascota en Suecia y pesaba 50 gramos menos. El actual campeón de los sapos gigantes pertenece a la especie Rhinella marina que es originaria del continente americano.  Los sapos de caña como ella, pues se trataba de una hembra, normalmente no superan el medio kilo de peso y los 15 centímetros de largo, un gigante entre los sapos, pero no un monstruo como el que nos ocupa.

 

Si habéis leído con atención, veréis que se trata de un sapo americano encontrado en Australia, en el Parque Nacional de Conway para más señas. Nuestro amigo y todos sus congéneres no cogieron un avión para unas vacaciones en Australia, si no que fueron introducidos en el país allá por 1935 para que se comiesen los insectos que afectaban a las plantaciones de caña. Y mira tú por dónde que el sapo de caña no solo resultó un peligro para las plagas agrícolas que era lo que se pretendía. Ocurrió que además se trató de un gran devorador de todo aquello que le entrase en la boca y además peligrosamente tóxico para cualquier depredador que se lo comiese a él. Sin control por parte de depredadores naturales, que empezaron a perecer por comer sapos, la población de estos se disparó hasta convertirse en un problema sobre el que el gobierno se ve obligado a intervenir eliminando activamente todo sapo de caña que encuentre.

 

Y esa eliminación activa de sapos incluye al ejemplar del que hablamos hoy, por lo que ese sapo de record Guiness ha sido eutanasiado por representar un problema ecológico de gran magnitud. Y esto ha provocado algunas críticas, por supuesto, solo hay que echar un vistazo en las noticias y redes sociales. Si bien es cierto que el riesgo para el ecosistema del parque es evidente, el ejemplar había sido capturado con vida, se habían publicado videos en muchos medios  y su destino podría haber sido bien distinto y mucho más provechoso. Se me ocurre que Toadzilla podría haber sido mantenido en cautividad, si no un centro australiano por los problemas legales que pudiese haber, estoy convencido que en cualquier zoo del mundo lo aceptarían encantado. Entonces el sapo gigante pasaría de ser un problema a convertirse en un magnífico ejemplo para la concienciación sobre las especies exóticas invasoras y los riesgos de la introducción de animales como estos para intervenir sobre los delicados equilibrios ecosistémicos mirando solo por el interés económico a corto plazo.

 

(c) Fernando Zamora