Aceite de colza: el escándalo sanitario en España

Aceite de colza: el escándalo sanitario en España

A principios de los años 80 el escándalo del aceite de colza causó conmoción en España y la peor crisis sanitaria del país europeo hasta la aparición del coronavirus.

 

Según la Organización de Consumidores y Usuarios de España, 5.000 personas murieron y al menos 20.000 quedaron con secuelas de por vida tras consumir aceite industrial que se vendía como apto para el consumo humano.

 

El llamado «Síndrome de Aceite Tóxico (SAT)» se convirtió en una nueva enfermedad y destrozó la vida de miles de familias en el país.

 

En la primavera de 1981 se detectaron en menores de la localidad de Torrejón de Ardoz, en Madrid, los primeros casos de una extraña enfermedad. En apenas dos semanas, los hospitales de la capital española colapsaron.

 

Los primeros síntomas fueron respiratorios, con la aparición de una neumonía atípica. Los pacientes se quejaban de dolor en el pecho, dolor de cabeza, pérdida de apetito y sudoración, entre otros síntomas. Provocó también manifestaciones cutáneas, afectaciones como fibromialgia, fatiga crónica y dolor crónico generalizado, además de deformidades articulares.

 

La enfermedad no tenía un periodo de incubación bacteriana, sino que afectaba casi al mismo tiempo a personas cercanas.

 

«Todos enfermaban a la vez. Esto era muy extraño para una enfermedad infecciosa», agregó El pediatra Juan Casado, quien después de analizar grupos e identificar edades, lugar de residencia y dieta de los pacientes, dio con la causa: un aceite de tapa roja y supuestamente de oliva que se vendía en mercados ambulantes a bajos precios.

 

De acuerdo con la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), estos aceites de 5 litros «tenían un 60% de aceite de colza desnaturalizado y 40% de aceite de orujo de oliva o grasas animales». La desnaturalización del aceite es un proceso que consiste en añadir productos químicos para utilizarlo industrialmente en pinturas o instrumentos musicales, y no como alimento.

 

El escándalo provocó un endurecimiento de los estándares de control y seguridad en el país y un mayor control de la importación masiva de aceite desnaturalizado desde Francia, así como de su posterior refinamiento y mezcla con sustancias como la anilina.

 

38 empresarios del colectivo aceitero fueron procesados. Solo dos, directivos de RAPSA y Raelsa, fueron condenados a 20 y 12 años de cárcel, respectivamente. Las familias recibieron hace casi 20 años unas indemnizaciones que hoy les parecen insuficientes.

 

Carmen Cortés la mujer de 55 años, que tenía 15 cuando enfermó con el síndrome y estuvo más de un año hospitalizada a causa de las secuelas, es la coordinadora de la Plataforma Síndrome Tóxico «Seguimos viviendo». Para ella es importante que el caso no sea olvidado ni por el gobierno ni por la sociedad, debido a que todavía muchos afectados dependen totalmente de sus familias, necesitan atención médica constante y apoyo psicológico que, dice, nunca recibieron.

 

Fuente: bbc.com