Personaje del mes: María Zambrano

Personaje del mes: María Zambrano

La filósofa y ensayista María Zambrano nace el 22 de abril de 1904 en el malagueño pueblo de Vélez-Málaga y allí permanece sus primeros cuatro años de vida.

Es en 1909, y tras una breve estancia en Madrid, cuando sus padres -ambos maestros-, se trasladan a Segovia, lugar donde transcurre su adolescencia. El ambiente intelectual se respira en casa de los Zambrano, del que es habitual visitante el poeta Antonio Machado, y Maria pronto empieza a descubrir el placer por la literatura junto a su primo Miguel Pizarro, al que siempre calificó como el gran amor de su vida y del que tuvo que separarse en 1923 por imperativo familiar.

Filosofía y política

Maria Zambrano inicia en 1921 sus estudios de Filosofía como alumna libre en la Universidad Central de Madrid y los completa en 1927 asistiendo a las clases de Ortega y Gasset, con el que trabajara estrechamente. Además, en estos años forma parte de la tertulia de la Revista Occidente.

Su actividad política se hace más ferviente en esta época universitaria. Defensora de la República, Zambrano se revela como articulista para favorecer sus ideales.

En 1928 se le diagnostica tuberculosis, enfermedad que marcara el resto de su vida.

Durante cinco años -de 1931 a 1936- es profesora auxiliar de la Cátedra de Metafísica en la Universidad Central. Es en esta época en la que trabaja en la que va a ser su tesis doctoral: La salvación del individuo en Spinoza.

Durante los años de la II República conoce a Luis Cernuda, Miguel Hernández y Camilo José Cela, con los que coincide en diversas iniciativas culturales y ya antes se la había relacionado con Federico García Lorca y Rosa Chacel.

El 14 de septiembre de 1936 contrae matrimonio con Alfonso Rodríguez Aldave, y dado que éste ha sido nombrado secretario de la embajada española en Santiago de Chile, parten hacia allí. En esta ciudad trabajará activamente por la causa republicana.

En el camino hacen parada en La Habana donde conocerá a José Lezama Lima, que se convertirá en uno de sus grandes amigos y valedores.

En 1937, el mismo día en que cae Bilbao, María Zambrano y su marido regresan a España; a la pregunta de por qué vuelven si la guerra está perdida, responderán: “por eso”. Reside primero en Valencia y posteriormente en Barcelona. Dirá: «Nuestro pueblo lucha por todos los pueblos del mundo y ellos lo saben».

Su marido se incorpora al ejército, y María Zambrano colabora en defensa de la República como Consejero de Propaganda y Consejero Nacional de la Infancia Evacuada.

El exilio

El 28 de enero de 1939 María Zambrano cruza la frontera francesa, camino del exilio, en compañía de su madre, su hermana y el marido de ésta.

Tras una breve estancia en París y Nueva York se dirige a La Habana, donde se reencuentra con Lezama Lima, invitada como profesora de la Universidad y del Instituto de Altos Estudios e Investigaciones Científicas. De La Habana se dirige a Méjico, donde es nombrada profesora de Filosofía en la Universidad San Nicolás de Hidalgo de Morelia, Michoacán.

En 1946 viaja a París con motivo del fallecimiento de su madre y permanecerá en esta ciudad hasta principios de 1949, momento en el que regresa a La Habana, donde vivirá hasta el año 1953, impartiendo conferencias, cursos y clases particulares. Es en ese año, 1953, cuando vuelve a Europa y se instala en Roma, donde vivirá hasta 1964, relacionándose con intelectuales italianos -como Elena Croce, Elemire Zoila y Victoria Guerrini- y españoles -como Rafael Alberti, Jorge Guillen, Ramón Gaya y Diego de Mesa-.

En 1964, María Zambrano, tras ser prácticamente expulsada de Roma a causa de las denuncias de un vecino que se quejaba del gran número de gatos que está tenía, se instala en una vieja casa de campo de La Piéce, junto a un bosque del Jura francés cerca de la frontera Suiza, lugar sin duda emparentado con la concepción de su libro “Claros del bosque”.

reconocimiento

El inicio del reconocimiento en España de la obra de esta autora se produce a raíz de la publicación del artículo de J.L. Aranguren “Los sueños de María Zambrano” (Revista de Occidente, feb. 1966).

Mientras, su salud se deteriora paulatinamente y María se traslada en 1978 a Ferney-Voltaire, donde permanece hasta que en 1980 se instala en Ginebra. En ese año, a propuesta de la colonia asturiana de la ciudad suiza, es nombrada Hija Adoptiva del Principado de Asturias, lo que constituyó el primer reconocimiento oficial de Zambrano en su país.

En 1981 le es concedido el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades y el Ayuntamiento de su pueblo, Vélez-Málaga, la nombra Hija Predilecta. Al año siguiente, la Junta de Gobierno de la Universidad de Málaga acuerda el nombramiento de María Zambrano como Doctora “Honoris Causa”.

La vuelta a casa

El 20 de noviembre de 1984, María Zambrano regresa del exilio y se instala en Madrid, en una casa que pronto se convierte en centro de reunión para sus amigos. En esta última etapa su actividad intelectual sigue siendo muy activa: artículos, ensayos y reediciones de sus libros ven la luz. Además, es nombrada Hija Predilecta de Andalucía en 1985. En 1987 se constituye en Vélez-Málaga la Fundación que lleva su nombre y en 1988 le es concedido el Premio Cervantes.

El 6 de febrero de 1991 fallece en Madrid, siendo enterrada en Vélez-Málaga, su pueblo natal.

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