Todo lo que se mide se puede mejorar

Todo lo que se mide se puede mejorar

Nacida en Coyoacán, Ciudad de México, el 13 de julio de 1954, su nombre completo es Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón, fue la tercera hija del fotógrafo Guillermo Kahlo, inmigrante  alemán nacionalizado mexicano y de Matilde Calderón.

Con solo 6 años contrajo poliomielitis, que la obligó a permanecer nueve meses en cama y le dejó una secuela permanente: la pierna derecha mucho más delgada que la izquierda. A los dieciocho años sufrió un gravísimo accidente, cuando el autobús en el que viajaba fue arrollado por un tranvía, quedando aplastado contra un muro y completamente destruido. Esto la obligó a una larga convalecencia, durante la cual aprendió a pintar, y que influyó con toda probabilidad en la formación del complejo mundo psicológico que se refleja en sus obras. En 1929 contrajo matrimonio con el muralista Diego Rivera; tres años después sufrió un aborto que afectó en lo más hondo su delicada sensibilidad y le inspiró dos de sus obras más valoradas: Henry Ford Hospital y Frida y el aborto, cuya compleja simbología se conoce por las explicaciones de la propia pintora.

Son muy apreciados sus autorretratos, de compleja interpretación: Autorretrato con monos o Las dos Fridas. Cuando André Breton (reconocido como el fundador y principal exponente del movimiento surrealista) conoció su obra, afirmó que la mexicana era una surrealista espontánea y la invitó a exponer en Nueva York y París, ciudad esta última en la que no tuvo una gran acogida. Frida nunca se sintió cerca del surrealismo, y al final de sus días rechazó abiertamente que su creación artística fuera encuadrada en esa tendencia. La apariencia onírica de sus imágenes propiciaba la relación de su simbología con el surrealismo, algo que Frida Kahlo negaría rotundamente: “Se me tomaba por una surrealista. Ello no es correcto, yo nunca he pintado sueños, lo que yo he representado era mi realidad.”

Durante su convalecencia del accidente, sin poder ni siquiera incorporarse, empezó a pintar tomándose ella misma como modelo principal. Le colocaron un espejo bajo el baldaquino de su cama y un carpintero le fabricó una especie de caballete que le permitía pintar estando acostada. Éste fue el inicio de una larga serie de autorretratos. En una ocasión afirmó: “Me retrato a mí misma porque paso mucho tiempo sola y porque soy el motivo que mejor conozco.” En poco tiempo desarrolló un vocabulario simbólico propio; con él acompañaba sus retratos para representar metafóricamente sus experiencias y sus pensamientos.

A pesar del accidente, Frida esperaba que su segundo embarazo llegara a buen término, pero su pelvis fracturada no podía acoger el desarrollo de un niño. La traumática experiencia de un nuevo aborto fue el origen del cuadro Henry Ford Hospital (1932).

Tras superar algunas graves crisis de salud, y de forma idéntica a como lo hacen los creyentes con los santos de su devoción, Frida mostró su agradecimiento a los médicos mediante pinturas que siguen rigurosamente las convenciones del exvoto (una de las formas más comunes del arte  popular mexicano). Muestras de ello son las obras dedicadas al doctor Eloesser y al doctor Farill.

Pero no sólo la enfermedad fue causa de sus trastornos y metáfora de sus pinturas; los reveses de su vida afectiva también fueron tematizados en cuadros que constituyen depuradas síntesis simbólicas. En El corazón (1937, Colección Michel Petitjean, París), la ausencia de manos expresa su impotencia y desesperación ante el enredo amoroso entre Diego Rivera y su hermana Cristina. Su corazón, literalmente arrancado, yace a sus pies y posee un tamaño desmesurado que refleja la intensidad de su dolor. Junto a ella, un vestido femenino, que alude a su hermana, pende de un hilo, a la vez que de sus mangas sale un único brazo que enlaza y un palo atraviesa el hueco que ha dejado su propio corazón.

En febrero de 1954, escribió en su diario acerca de sus ideas suicidas. Describiendo la gran tortura de dolores físicos y psíquicos de los últimos seis meses tras la  amputación de una pierna. En abril ingresó en el hospital inglés tras un intento de suicidio y, aunque escribió en su diario que había prometido no recaer, el 6 de mayo es hospitalizada por el mismo motivo.

Murió en Coyoacán el 13 de julio de 1954. Sus restos fueron velados en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México y se cubrió su féretro con la bandera del Partido Comunista  Mexicano, un hecho que la prensa nacional criticó Su cuerpo fue incinerado en el Crematorio Civil de Dolores y sus cenizas se conservan en la Casa Azul de Coyoacán, lugar que la vio nacer.

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