Del cuento de las emociones a los cuentos con emociones
En este artículo queremos hablar de algo con lo que todos y todas hemos crecido; los cuentos. Y cómo estos han ido evolucionando hasta ser una herramienta didáctica más allá de las moralejas.
Los cuentos se han convertido en una gran estrategia para aprender a identificar, interpretar y gestionar emociones a través de sus historias.
Los cuentos son un fiel reflejo de cómo ha evolucionado la educación emocional, pasando de “buenos y malos”, y enseñando que, si no eres de los primeros, formas parte de los segundos, a mostrar una enorme gama de grises, donde los personajes, aun manteniendo su estética infantil en forma de animales, niños o monstruitos, están más sujetos a la situación a la que se enfrentan que a la definición de sí mismos como buenos o malos.
Y es así, nuestros peques, por muy trastos que sean a veces, no son buenos ni malos, no siempre se portan bien y no siempre se portan mal. Son situacionales, responden a lo que les rodea y lo que interpretan en cada momento y situación, y los cuentos han sabido adaptarse a esta nueva manera de ver las cosas, con un enfoque más adaptativo y más útil a la hora de mostrarles el dinamismo y la gran cantidad de emociones que somos capaces de vivir, sentir, disfrutar y también sufrir.
Desde centro A.D.A os animamos a utilizar cuentos o incluso versionar los clásicos haciendo hincapié en este cambio de enfoque, buscando matices a estas historias con las que hemos crecido y dándoles una chispa de empatía, ¿y si el lobo fuera el guardián del bosque y Caperucita una intrusa? ¿Y si el lobo tenía miedo de los humanos después del encontronazo con el cazador? Quizás, los malos no sean tan malos, ni los buenos sean tan buenos.
Quizás podamos aprender de los cuentos y de las muchas lecturas que tienen dependiendo del punto de vista, del momento y del personaje, así como nuestros peques aprenden que una misma situación puede tener diferentes desenlaces dependiendo del momento.
Si le piden un juguete a su hermano mayor y este está contento, puede que se lo deje, pero si está enfadado, lo más seguro es que eso no ocurra, también dependerá de si él mismo está o no contento, por lo que podemos ir jugando y enseñando cómo el propio estado emocional influye en los demás y cómo las emociones de los demás también nos afectan.
Podemos proponer diferentes finales y buscar qué tendría que ocurrir para que la historia acabase de esa manera, qué tendrían que sentir y hacer los personajes para que en lugar de hacer esto, hicieran aquello.
En centro A.D.A somos conscientes de estos pequeños detalles y somos partícipes en este proceso de cambio hacia modelos más adaptativos y útiles para ayudarnos a generar herramientas de afrontamiento, pautas y estrategias para que el día a día, la vida personal, escolar, laboral y familiar sean plenas.
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